Innovación educativa que fomenta la creatividad y el aprendizaje a través de las emociones

Vivimos en un momento de revolución en que comenzamos a cuestionar la efectividad de los sistemas imperantes en todos los ámbitos: economía, empresa, educación…  Es como si hubiéramos pasado mucho tiempo dormidos, y de pronto nos despertáramos mirando alrededor y diciendo, “eh, que esto ya no sirve….”.

Poco a poco nos vamos dando cuenta de que hay patrones establecidos, “que son así porque siempre han sido así” y que a día de hoy han quedado obsoletos.

La realidad, ahora,  exige  aplicar nuestra creatividad para innovar en todos los ámbitos dando respuesta a las necesidades que se manifiestan y para las que las soluciones de antes no sirven. Es necesario adentrarse en nuevas formas de funcionar, ampliar nuestra visión, nuestra capacidad de ver. Dar paso a la mejor versión de nosotros mismos para co-crear un mundo mejor y más amable para todos.

La educación hoy

Venimos de una era industrial en la que por primera vez se asienta un modelo educativo que poco ha evolucionado desde entonces. Los niños son formados en contenidos homogéneos y actitudes y patrones comunes. El método está centrado en la repetición. Se programa la placa base del ordenador mental de los más pequeños con datos, información, conocimientos.

Se fomenta la competitividad y se penaliza la divergencia. (Wikipedia-divergencia: la diversidad de opiniones o pareceres.)  En ese escenario llamado escuela, los niños aprenden pronto la escala de valores de la sociedad. ¿A qué se le da valor? ¿A qué le damos valor?

Y es que, ¿qué pasa si un niño llega a casa con la cartilla llena de suspensos pero con sobresaliente en dibujo? Tal vez su talento, su don, lo que tiene para ofrecer al mundo sea su capacidad de inspirar, revolver, hacer pensar, emocionar, a través de su arte, la realidad del mundo filtrada a través de su individualidad creativa. Sin embargo ese niño crecerá sintiéndose un fracasado sin encajar dentro de los patrones establecidos. Alguien sin éxito en la vida.

Pero, ¿qué es el éxito?, ¿quién o quiénes definen el éxito? Yo creo que el éxito es estar en coherencia con uno mismo, que el “hacer” esté en coherencia con lo que uno “siente dentro”. Pero esa es mi opinión, y me ha llevado tiempo y recorrido llegar a ella.

Necesitamos un mundo más humano, más personal, más auténtico, en el que se acepte, fomente y potencie la singularidad de cada uno, la diferencia de cada uno, con respeto, tolerancia, integrando la riqueza de la diversidad. Un mundo que vibre con pasión, que vibre de emoción, pero emoción “de la buena” auténtica, positiva, que de la otra ya tenemos bastante.

Como seres humanos tanto niños como adultos necesitamos estimular nuestra capacidad de aprender y sorprendernos a través de sentir emociones. Sin embargo, asignaturas que hacen vibrar el corazón como la música o filosofía están desapareciendo de los programas de estudio con el pretexto de no ser útiles para encontrar un empleo en el futuro. ¿Qué futuro? Proyectamos el futuro con nuestro conocimiento del pasado y del presente, pero ¿quién sabe cuáles son los retos del futuro? Ya estamos viendo que  hay muchas cosas que no funcionan ahora, en el presente.

Es hora de revisar cómo y desde dónde estamos educando y estimulando a nuestros niños hoy, adultos mañana. Como madre y persona en constante aprendizaje me preocupa y me ocupa. Es hora de revisar qué futuro queremos, qué futuro elegimos crear. Y para ello es necesario el desarrollo de la innovación educativa en nuestra sociedad, tanto en centros públicos como en privados, tanto en el ámbito público como en el personal y privado.

 

El Art Thinking

Desde este contexto, dos profesoras universitarias españolas, María Acaso y Clara Megías han desarrollado una nueva metodología de innovación educativa en las aulas: ART THINKING.

Basada en estudios sobre neuroeducación, esta nueva metodología se asienta en el aprendizaje del cerebro a través de una emoción encendida. El ser humano es mucho más que una “mente con patas”. Hay que estimular la curiosidad, la emotividad del alumno para que registre la información de una forma profunda y perdurable en el tiempo. Los datos pueden llegar a almacenarse a fuerza de repetición en una capa superficial, suficiente para pasar un examen, pero poco más.

Es la emoción la que permite que la información cale hondo en la persona. Desde la emoción se fija el aprendizaje. Es por ello que la metodología de ART THINKING se inspira en los procesos de creación de arte. Ambas docentes iniciaron una investigación en 2011 cuyos resultados quedan plasmados hoy en un libro titulado “Art Thinking. Transformar la educación a través de las artes”. Porque ya es hora de que innovación y educación vayan de la mano, creando innovación educativa.

La pedagogía tradicional basa el aprendizaje en una asociación de esfuerzo, malestar y sufrimiento, generando ansiedad y miedo ante las terribles evaluaciones a las que el alumno se ve sometido para finalizar con una calificación de “apto o no apto”. La identificación de la persona con el resultado del examen hace que los pequeños perciban su propio valor a través de la nota que obtienen. Pasamos del “tienes un 5” a “eres un 5”.

La propuesta del ART THINKING es la incorporación del arte en la educación para evocar placer, satisfacción, estímulo y conseguir que el esfuerzo y la constancia, lleguen de forma natural desde la activación de emociones positivas. Además, esto es aplicable a cualquier asignatura. Y aún mejor, este concepto  de innovación educativa es aplicable a cualquier ámbito de la vida, para niños y adultos. Porque el ser humano nunca deja de aprender.

Según estudios recientes, el cerebro produce 4.000 neuronas nuevas a través de un proceso llamado “neurogénesis”. Cómo se estimule y desarrolle un niño desde pequeño influirá en la creación de múltiples circuitos y conexiones neuronales. Algunas conexiones se mantienen y otras desaparecen. Y es que cuando el cerebro no encuentra una asociación o estímulo para aplicarlas en la vida, esas conexiones directamente se disuelven hasta extinguirse.

Para que las conexiones perduren y la información quede asentada, es necesario que la actividad, la materia, sea relevante para la persona. Es necesario que la emoción se encienda, active, despierte, y se encuentre un uso, una aplicación de esa materia para la vida.  Investigaciones sobre  neuroeducación han concluido que para despertar el deseo hay que encender una emoción positiva. Cosas como comenzar una clase con un elemento provocador, una frase, un dibujo, un pensamiento, algo fuera de contexto, despierta la curiosidad, la atención y la predisposición a que la información se asiente a un nivel más profundo.

 

Emociones en el aprendizaje

Recuerdo un profesor que caló hondo en mi adolescencia. Daba la asignatura de psicología en BUP. Un hombre inspirador y de enorme valía. Un día entró en clase con semblante serio increpando severamente a los alumnos. Aquel día nadie entendía nada. Todo el mundo estaba sorprendido y un poco asustado incluso por lo desconcertante de la situación. Esa no era para nada la actitud normal del maestro. Recuerdo que yo le miraba sonriendo. Le había calado. Para mí era imposible que fuera en serio.

Aun así, imponía. Estaba haciendo un ejercicio vivencial y realmente llegó a poner toda la clase en tensión. Al acabar la sesión nos preguntó, con gesto divertido y recuperando su inmensa sonrisa, de qué color eran sus calcetines. Nadie supo responder. El estupor por su actitud no nos permitió reparar en que a lo largo de la clase, se había subido más de cinco veces los calcetines de cada tobillo, uno de color verde manzana y el otro rojo colorado.

No recuerdo exactamente lo que quiso enseñarnos, pero sí recuerdo lo que aprendí. Aprendí a tener los ojos bien abiertos, aprendí a mirar  más, a tratar de ver más. Aprendí que las emociones interfieren en lo que creemos que vemos. Y también aprendí que siempre se nos escapa algo en aquello que estamos viendo por mucho que miremos, que siempre hay algo que no vemos, y que siempre podemos ampliar nuestra capacidad de ver más.

Y algo parecido hizo María Acaso en su clase de Bellas Artes en la Complutense. Apareció un día con una sandía, la cortó creando un cuadrado. Su intención, generar asombro y despertar la atención, enlazando la sandía con la materia que iba a impartir en forma de debate ese día. Y es que el ser humano está diseñado para prestar atención a lo que no es habitual.

Algo nuevo y fuera de contexto genera expectación, emoción, y por ende, aprendizaje. En su caso, llevar una sandía a clase era un acto de subversión, y propició participación entusiasta en el aula. La educación hoy, es unidireccional, el profesor dirigiéndose al alumno. ¿Por qué no hacerlo bidireccional?

Es de hecho necesario que sea bidireccional para conseguir el objetivo que se persigue: un aprendizaje que cale hondo. La retroalimentación en el aprendizaje es vital,  reconociendo el valor del alumno como ente activo, como ente sabio capaz de aportar valor a los compañeros e incluso al propio maestro. Porque todos tenemos algo que aprender y algo que enseñar.

María Acaso cuestiona los estándares de la educación con conceptos como el mobiliario en el aula, los programas académicos y la forma de enseñar. Y es que éstos no han evolucionado desde su implantación, y el sector de la educación requiere de nueva metodología e innovación educativa.

En 2009 María publica el libro “La educación artística no son manualidades” en el que cuestiona críticamente que disciplinas relacionadas con las artes hayan sido relegadas a conocimientos de segunda clase, algo de lo que se puede prescindir frente a otro tipo de conocimientos como matemáticas o ciencias. Vivimos en un mundo en el que la tecnología avanza a pasos agigantados y donde el valor que aporta el hombre frente a la máquina es precisamente pensar de forma creativa.

Sin embargo, ¿cómo estamos formando  en pensamiento creativo? En las escuelas se aprende a través de memorizar. No se aprende a pensar. La creatividad en las aulas debería ser tan importante como las matemáticas.

 

Los cuatro pilares del Art Thinking

El ART THINKING no trabaja desde la demostración de hechos, no es una metodología basada en certezas, el ART THINKING es una herramienta para encender emociones, curiosidad y atención con el fin de activar los procesos de investigación y aprendizaje  innatos en la persona. El ART THINKING se basa en cuatro pilares:

PENSAMIENTO DIVERGENTE: Fomentar un pensamiento crítico, propio, individual, auténtico, necesario para el desarrollo de conocimiento en la actualidad.

PLACER: Emoción positiva para encender la motivación y fomentar el aprendizaje.

LA EDUCACIÓN COMO PRODUCCIÓN CULTURAL: Un profesor y sus alumnos producen conocimiento al mismo nivel que otros profesionales como filósofos, pensadores o escritores.

TRABAJO COLABORATIVO: Es necesario trabajar por proyectos y en comunidad, porque somos seres individuales que vivimos en sociedad. Se trata de potenciar, fomentar el valor intrínseco del individuo para su contribución única e insustituible al colectivo.

Ecología educativa, riqueza y futuro

Y es que como expresa Ken Robinson en su charla TED “Las escuelas matan la creatividad”, la inteligencia es diversa, pensamos sobre el mundo en todas las formas en que lo experimentamos, visualmente, en sonidos, movimiento, en abstracto. La inteligencia es dinámica, es interactiva y la creatividad, definida como el proceso de tener ideas originales que aportan valor, surge a través de la interacción de diferentes disciplinas. Y por último la inteligencia es única. Cada persona tiene un don y debe identificarlo, reconocerlo en el transcurso de su vida y ponerlo a funcionar desde la responsabilidad con uno mismo y con los demás.

El ser humano debe redefinir su concepto de riqueza. El sistema educativo ha explotado nuestras mentes, como el hombre explota la tierra, buscando un recurso específico, sin mirar más allá, sin ver el impacto que esta explotación supone, la devastación de otros recursos, otra riqueza que también está presente aunque no hayamos sabido atribuirle su valor.

Debemos celebrar el regalo de la imaginación humana, y emplearla para crear un futuro mejor, más rico, para todos. Porque la riqueza no es solo dinero. Porque la riqueza no es solo para mí. La riqueza implica muchos conceptos, tangibles e intangibles, e incluye diferentes entidades: yo, nosotros, ellos y el propio planeta.

Necesitamos innovación educativa que forme el ser completo de la persona, en niños y adultos, para que podamos no simplemente afrontar un futuro, sino ser nosotros mismos protagonistas activos de  la creación del futuro que queremos, en coherencia, siendo capaces de ver más.

Un futuro mejor y más rico, para todos.

https://www.ted.com/talks/ken_robinson_says_schools_kill_creativity?language=es

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