Crear ideas de forma sistemática puede ser la habilidad más importante que le enseñes a tu hijo para el futuro

Los padres enseñamos todo a nuestros hijos. Empezamos de un modo sencillo. Primero aprenden a dormir solos en la cuna, o a dejar el chupete. La cosa se va complicando y la lista aumentando. Casi sin darnos cuenta, nos terminamos volviendo expertos en la enseñanza de valores, responsabilidad, modales, religión, deporte, cocina, lecto-escritura, matemáticas, montar en bici… y yo qué sé… la lista es interminable. Gracias a Dios, no nos paramos a pensar en todo lo que deberíamos enseñar a nuestros niños de una forma adecuada… o… ¿tal vez deberíamos?

¿Qué pasaría si te dijera que le puedes enseñar a tú hijo la habilidad de innovar? Eso sí es un regalo con vistas al futuro.

Aquí llega la pregunta del millón ¿Puede un niño de corta edad aprender a ser más creativo de una forma sistemática? Por supuesto que sí.

Desde mis comienzos como profesora, nunca ha dejado de sorprenderme la capacidad creativa, inhibida y curiosa que tienen los más jóvenes cuando se les propone un ejercicio innovador. Es casi imposible contener la sonrisa cuando inventan nuevos mundos, donde rigen normas insospechadas.

¿Son los niños por lo tanto más innovadores por naturaleza que los adultos?
Para contestarte, déjame que antes te cuente un hecho real.

Un grupo de investigadores de Smithsonian propuso un reto a 80 estudiantes de Mumbai. Éstos necesitaban diseñar una mochila para niños de Dinamarca. Con la idea de poder crear comparativas, propusieron el mismo reto a un grupo de diseñadores profesionales.
Desde este punto de observación, vieron que los alumnos consiguieron mejoras graduales que no tenían mucho que ver con las necesidades reales de los niños de Copenhague. Está claro que una mochila con aire acondicionado, o asas para llevar el bate de Criquet, no son cosas que cubran las necesidades de los chavales en Dinamarca.

Por el contrario, los diseñadores sí fueron capaces de generar logros más innovadores y ajustados al público que se les había fijado.

Si lo pensamos bien, estos resultados no deberían sorprender a nadie. El diseño creativo e innovador es una combinación de elementos y los niños, dada su corta edad, todavía tienen que aprender a entender las necesidades de los demás, es decir, a madurar su capacidad de empatía. Además, no podemos olvidar que la falta de conocimiento de otras culturas, hace que los niños proyecten sus propias necesidades en los retos propuestos.

Analizando este estudio seguro que llegáis a la misma conclusión que yo. La educación y experiencia en la vida, ayudan a tener un pensamiento más creativo. Es por ello que te propongo varias ideas que pueden ayudar a tú hijo a ser un poco más innovador.

La innovación es una actividad basada en la destreza

Ten claro que la capacidad para innovar requiere habilidad, tanto como cualquier deporte o aprender un idioma. No podemos dejar que nuestros hijos, o nosotros mismos, veamos la creatividad y la innovación como unas cualidades especiales e innatas que sólo algunos poseen. Entender así estas habilidades provocará que se cree una barrera artificial que no desaparece en la edad adulta. Esta “barrera” llega a inhibir a muchos de nosotros a salir de su zona de confort y enfrentarse a los pequeños -y no tan pequeños- retos de la vida.
La creatividad es una habilidad que puede ser aprendida por cualquiera. Incluso por aquellos que se creen que no tienen ese don. Para mejorar, solo tienes que empezar a practicar. Anímate.

Las patentes no son importantes

Por algún motivo, adultos y niños por igual, estamos fascinados con las patentes. Tendemos a verlas como el gran premio a la innovación. Lamentablemente, una patente no es sinónimo de innovación exitosa.
Si un niño “inventa” algo que ya existe, es algo bueno. En realidad, deberíamos entenderlo como un éxito y trasladárselo así a nuestros hijos. Llegar a idear algo que no es nuevo significa que han creado algo que es factible y funciona. Si alguien es capaz de inventar algo que ya existe sin saberlo, definitivamente será capaz de ser el primero en pensar algo nuevo y útil.
Lo importante es no desanimar a nuestros hijos, si no todo lo contrario. Animarlos a seguir por ese camino, que desde luego es el correcto.

¿Y por qué no cambiar tus rutinas innovando?

La innovación no sirve solo para inventar productos o cosas raras. Podemos ser innovadores en todas las áreas de nuestra vida. Para ello, hace falta enfrentarnos a un problema pensando de forma diferente, viendo las cosas desde otra perspectiva. ¿Quién dice que tus hijos no pueden innovar a la hora de hacer los deberes, o su cama? Seguro que hay formas más divertidas de limpiar el baño o recoger los juguetes. Apuesto que, si les presentamos el reto de convertir regar las plantas en algo divertido, idearán un artilugio fascinante con materiales cotidianos.

Convierte la innovación en una herramienta a la que echar mano cada vez que tus hijos se enfrentan a una situación nueva, aburrida o de la rutina diaria.

Es emocionante observar la energía y entusiasmo que pone un niño cuando aprende cosas nuevas. Exudan pasión cuando algo realmente les motiva. Esta pasión sólo puede ayudarles a convertirse en su mejor versión cuando trabajen en la profesión que elijan. ¿Qué no serán capaces de hacer si toda esa motivación la vuelcan en desarrollar su creatividad?

Es importante mantener la inocencia y la mente abierta como la teníamos de niños, a lo largo de nuestra vida. No podemos negar que a todos nos gustaría que nuestros hijos pudieran «ser el cambio que quieres ver en el mundo» (Gandhi). Por ello, aprender estrategias de creatividad e innovación desde una edad temprana, les puede ofrecer una mejor oportunidad cuando llegue su momento de aportar una contribución próspera a la sociedad.

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