Emprender no es fácil. Y aunque desde todas partes te animen para que emprendas, los que hemos levantado un negocio sabemos el esfuerzo que cuesta.
Todos conocemos historias de personas que se han hecho multimillonarias y generado macroempresas desde el garaje de sus madres. Pero la verdad, se cuentan con los dedos de las manos.
Yo personalmente he cometido muchos fallos a lo largo de mi carrera como emprendedor. Bueno, más que muchos, muchísimos. Pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Y hablando de pecados, quiero compartir contigo, los que pienso que nunca deberías cometer. Dicen que el primer paso para solucionar algo es detectar el fallo, así que si te ves reflejado en alguno de estos pecados, ya sabes, a solucionarlo.
Que conste que no quiero dar la impresión ingenua o “naive”, como dicen los modernos, que cada fallo es un peldaño de una escalera que hay que subir. Lo cierto es que si cometes demasiados fallos puedes llegar a engrosar las estadísticas de aquellos que no lo consiguieron.
1. Procrastinar
Empiezo por el pecado primigenio. Procrastinar, es lo que te detiene incluso antes de empezar. Básicamente significa postergar indefinidamente las cosas. Como lo que haces con la dieta o ir al gimnasio, pero en esta ocasión en tu negocio.
Desde luego lo peor que puede haber para un negocio es no empezarlo. Lo más negativo de un procrastinador es que la mayoría de las veces no sabe que lo es. Hay diferentes tipos. ¿formas parte de alguno de ellos?:
- Parálisis por análisis: si has rehecho tu plan de negocios 8 veces, has utilizados 6 metodologías de planificación para comprobar todas las perspectivas y has hecho 400 paginas Excel con los posibles escenarios a los que se verá expuesto tu negocio. Lo tengo claro, padeces de exceso de planificación. Un plan sin acción no es más que el cuento de la lechera, y los emprendedores no estanos para cuentos… ni para leches.
- Reunionitis: seguro que te gusta hablar, como a todos. Y eres una persona democrática que le gusta la comunicación. Cada vez que hay que hacer una decisión quieres consultarla con todos los socios, en una reunión en la que debes abordar el problema desde el principio. Ya me está dando pereza solo de escribirlo. Reuniones útiles y productivas por favor.
- Perfeccionista: ¿eres muy perfeccionista?, ¿has hecho 30 versiones del producto antes de lanzarlo?, ¿quieres que sea perfecto antes que lo pruebe ningún cliente? Hay quien dice que si lanzas un producto cuando es perfecto, es que lo has lanzado demasiado tarde. La verdad que subyace debajo de esta afirmación, es que quizás estés desarrollando un producto que no le interese a nadie. Así que deja de procrastinar y lánzate.
- Miedo al fracaso: el miedo al fracaso es lo que suele haber detrás de la procrastinación. Se perfecciona, se le da vueltas a las cosas una y otra vez porque no queremos fracasar. Hay que perder el miedo, eso es emprender. Además fallar en un producto o decisión no significa el fin de tu emprendimiento, al contrario es una oportunidad de aprender.
2. No validar la idea
No validar la idea es muy común, mucho más de lo que pensamos. Nos pensamos que lo que nos gusta a nosotros le tiene que gustar a todo el mundo. Y cuando alguien te dice que tu idea no le convence, le dices que también Yahoo rechazó comprar google por un millón de dólares y mírales ahora.
Está claro que si vas a poner una Notaria, no te va a ser necesario testar la validez de tu idea. Pero en cuanto quieras ser un poco innovador, y necesitarás serlo si estás en un mercado competido, te va a ahorrar muchos disgustos. Hay tres aspectos fundamentales que tiens que tener en cuenta:
- Soy demasiado visionario, voy a generar la demanda: cuando generas un producto o servicio que hoy por hoy no existe, es cuando más importante es validar tu idea. Si no me crees mira el batacazo que se dieron los inventores del agua mineral para mascotas o las bragas Bic desechables, que acabaron en el museo de los productos fracasados.
- No preguntes solo a tu madre: validar la idea, no significa que le preguntes a tu madre o a tu pareja que opinan de tu producto. De hecho lo más probable es que tu madre te diga que le encanta por lo mucho que te quiere y tu pareja que es una auténtica miércoles, para quitarte los pájaros de la cabeza.
- Tampoco significa gastarse millones de euros: en estudios de mercado y focus group. Para validar tu idea deberías elaborar las hipótesis básicas de tu negocio y después diseñar experimentos, sencillos pero directos para probarlo.
Por ejemplo, imagina que quieres vender caramelos de sabores extraños que te recuerden a tu niñez a través de una página web. Llamaremos a este negocio Strange Candy. Bueno, pues tu primera hipótesis es que puedes fabricar o conseguir ese tipo de caramelos, será lo primero a validar. Después podrías hacer unas entrevistas en profundidad para saber que sabores recuerdan las personas según la edad que tenga.
Una vez hecho esto, haces una encuesta y le preguntas a la gente si estaría a dispuesta a comprar unos caramelos sabor un, dos, tres, o noche de verano con pica pica. Y una vez que te confirman que les gustaría, pones en marcha una fábrica y preparas tu primera tonelada… No, error. Todavía te queda validar si la gente de verdad compraría tu producto, con una landing page y un botón de comprar (aunque no haya logística, ni capacidad de dar el servicio) te sería suficiente.
Si te interesa profundizar más lee esto sobre Lean Startup.
3. No saber pivotar a tiempo:
Pivotar es la forma fina y “actual” de decir, me he equivocado. No es que tengas que cambiar el concepto que subyace en tu idea o alguna de las principales hipótesis que has validado. Pero hay veces que debes cambiar de estrategia para seguir avanzando.
Hay en diferentes momentos en los que debes plantearte realizar cambios:
- Escalabilidad: hay muchas ideas, grandes ideas que funcionan en entornos pequeños. Pero cuando quieres hacer crecer tu negocio quizás ya no funciona igual. Si te quieres quedar tranquilito en tu nicho, es una opción, pero quizás es momento de pivotar e intentar escalar tu negocio.
- Te equivocaste con las previsiones: si tus hipótesis eran ciertas, pero te equivocaste con tus previsiones y vendes menos unidades de las que querías o no consigues superar los ingresos mínimos para obtener beneficio, es buen momento para pivotar.
4. No perseverar
Quien no ha oído la historia de emprendedores que aguantaron aunque lo tenían todo en contra y al final fueron grandes ganadores… Está claro que cuando emprendes vas a tener muchos momentos con el viento de cara y no hay que darse por vencido a la primera de cambio.
- Frustración e incertidumbre: te presento a tus dos nuevas amigas, frustración e incertidumbre, tendrás que acostumbrarte a vivir con ellas. Emprender es enfrentarse a un mundo de dudas y por si fuera poco, no todo funcionará como te esperas.
- Mide y mira las tendencias: cómo decía antes, hay que saber pivotar a tiempo, así que no se trata de resistir por resistir. Hay que medir todo lo que hacemos, analizarlo y realizar cambios. Y lo más importante es fijarse en las tendencias, ¿empiezan a despegar las ventas? ¿parece que se abren nuevos mercados o posicbilidades?. Esa es una buena razón para perseverar.
- El equilibrio: como todo en la vida, lo más difícil es el equilibrio, ¿cuando es momento de pivotar y cuando de perseverar? Es algo muy difícil de decir con certeza. Sin embargo lo más importante es saber que si haces siempre lo mismo, siempre obtendrás los mismos resultados. Así que lo que debes hacer es medir y realizar cambios, medir y realizar cambios… así hasta que te conviertas en el próximo Bill Gates.
5. No cuidarte
Parece que los emprendedores como los autónomos tienen un punto de Superman. No enfermamos, no necesitamos coger vacaciones, no necesitamos dormir si un cliente necesitado nos reclama. Nada más lejos de la realidad, date cuenta que emprender es un estado y vas a estar mucho tiempo sumergido en él. Piensa en tu negocio en una carrera de resistencia más que en un sprint.
- Alimentación, ejercicio físico y sueño: esta es la triada de la salud y la fortaleza física. Fortaleza que vas a necesitar para tomar buenas decisiones y para solventar todos los problemas que vas a tener que resolver. Lo normal es dejar estas cosas para más adelante.
- Tomarte vacaciones o tiempo libre: te voy a contar mi historia personal, cuando empecé con mi empresa durante más de 5 años no tomé vacaciones de verano y trabajaba casi todos los fines de semana… una locura. Cómo te gusta tu trabajo parece que no es necesario tomarte un descanso. De repente un año me tome 30 días de vacaciones…y no se hundió la empresa… ¡qué sorpresa! incluso empecé a facturar más. Seguramente tomaba mejores decisiones. Ahora sé que el tiempo “off” es tan importante como el “on”. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, y eso también aplica al tiempo libre.
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